Ante la falta de espacio para obras de infraestructuras que tienen muchas islas, los aeropuertos flotantes podrían ser una solución para seguir estableciendo conexiones aéreas sin que este tipo de problemas lo impidan.
Japón ya ha acometido este tipo de obra: el Aeropuerto de Kansai, el aeródromo flotante construido en una isla artificial en la Bahía de Osaka.
Y está el proyecto del aeropuerto-isla Londres-Britannia para resolver los problemas de capacidad de Londres-Heathrow. El London Britannia Airport podría convertirse en realidad de ocho a 10 años, después de una inversión de nada menos que 56.000 millones de euros.
Esta propuesta incluyen seis pistas aéreas, en una isla artificial en el estuario del Támesis, a unos 50 kilómetros al este de la ciudad. Fue presentado por la Compañía de Desarrollo e Investigación del Estaurio del Támesis (Testrad) y por la firma de arquitectos Gensler.
Sin duda el futuro de los aeropuertos podría estar en esta tendencia de ingeniería.