México sigue siendo un país marcado por la desigualdad

El ingreso corriente total promedio, trimestral, por hogar mexicano durante 2012, fue de 38,125 pesos, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). En México, se estima, hay 31,559,379 hogares y en cada uno de ellos hay 3.7 personas en promedio. Insisto: se trata del ingreso corriente trimestral.

Es un dato que vale la pena memorizar, socializar y pensar con calma. Implica muchas cosas. Por sí sola, sin comparativos internacionales y sin otras cifras complementarias, de crecimiento o desarrollo, nos da en general una muy buena idea: del tamaño del mercado y de la economía que tenemos, del tipo de consumidores que somos, y de nuestra capacidad de compra, pago, endeudamiento y ahorro.

La encuesta del INEGI se elabora cada dos años. En 2008, el ingreso por hogar promedio fue de 42,865 pesos y en 2010, producto de la crisis, cayó un 12.3% a 37,574 pesos. En 2012 mostró una recuperación de apenas 1.5%.

Uno se da cuenta de muchos de los nudos y problemas cotidianos de nuestro crecimiento. Cuando dentro las empresas quieren aumentar las ventas, lograr metas, basta con ver esa cifra para darnos cuenta del entorno y de las limitaciones con las que trabajamos.

Nadie es ajeno a vivir en una economía promedio de esta proporción y magnitud. Aquí no hay excepciones. No se salvan unos y se pierden otros. Es el barco en el que vamos todos. Tu entorno personal o la capacidad de pago de tus clientes puede ser muy superior a esa cifra. Pero tu realidad, tu entorno, el espacio público, los servicios, las calles, los policías, el transporte, las carreteras, los aeropuertos, la comunidad promedio en la que te mueves es de ese tamaño: 38,250 pesos trimestrales por hogar.

La encuesta divide a la población en deciles. El I es el de ingreso más bajo y el X, el más alto. El I percibe 6,997 pesos trimestrales y el X, 133,003 pesos. Cuando vemos la distancia que hay entre el decil más alto y el más bajo, entendemos una realidad marcada por la desigualdad. Pone en evidencia una economía que camina en dos velocidades. Hay segmentos de población con ingresos de primer mundo y otros, amplios, con ingresos de tercer mundo. Otro día discutimos sobre las clases medias.

La encuesta se usa para sacar el Índice Gini, el indicador internacional más importante de desigualdad. El coeficiente es un número entre 0 y 1, donde 0 corresponde a la perfecta igualdad y 1 corresponde a la desigualdad absoluta. En 2010 estaba en 0.435 y en 2012 quedó en 0.440. Casi no se mueve.

Una buena metáfora es la de México como un tren: adelante va la locomotora, la economía desarrollada, de los muy ricos. Es de alta tecnología, pero pequeña y con pocos pasajeros. Arrastra con mucho trabajo muchos vagones que, conforme van pasando se ven más viejos, grandes y deteriorados. Al final viene un gran furgón de cola: la economía subdesarrollada, de los más pobres.

México sigue siendo un país muy desigual, que se mueve poco o casi nada hacia la igualdad de ingresos y la equidad. Y así luce muy poco factible un despegue real y de largo plazo. México no mejorará realmente si no logramos acortar una economía mucho más homogénea. Ningún país lo ha logrado de manera sostenible.

La gente en los deciles más bajos destina a alimentos un 52.1% de lo que gasta. La gente más rica, sólo 22.8%. ¿Cuál fue una de las categorías con mayor inflación en 2012? Los alimentos.

Las reformas estructurales se deben construir desde un principio con un componente muy claro de política social. Urge crecer, pero urge más crecer de manera homogénea y equitativa. Mejores ingresos, pero sobre todo: ingresos mejor distribuidos. Eso es lo que construye una economía desarrollada.

Fuente: Revista Expansión

Por: Sabino Bastidas Colinas, consultor y analista político, Director de Pensar Diferente Consultores.