Te has preguntado ¿Por qué vuelan los aviones?


Respuesta corta:

Un avión navega como consecuencia de diferencia de presión del aire en las alas.

Respuesta larga:

La razón por la que nos cuesta creer que un avión puede mantenerse en vuelo se debe a que tenemos interiorizada desde siempre la Ley de la Gravitación Universal de Newton, por la que un cuerpo se ve atraído hacia la Tierra irremediablemente.

Para entender cómo se vence la fuerza de la gravedad, hay que enunciar otra ley física conocida como el Teorema de Bernoulli, en el que se basó el principio de sustentación de los aviones. Esta ley asegura que cuando aumenta la velocidad del aire, su presión disminuye.

El avión vuela gracias a la forma de sus alas. Su diseño permite que el aire circule más rápido por la parte superior del ala (extrados) y más lento por su parte inferior (intrados). Esto hace que la presión bajo el ala sea mayor que encima de ella y, por lo tanto, el avión recibe un empujón hacia arriba. Así, queda suspendido entre dos fuerzas. Cuando el avión se mueve debido a la fuerza del motor, el aire circula por sus alas produciendo el empuje que lo hace volar.

Pero sí lo que conseguimos es mantener al avión en vuelo. Antes tiene que despegar.

En la cabecera de pista se ponen los motores a máxima potencia pero con los frenos accionados. Para calcular la máxima potencia, primero hay que tener en cuenta el peso del avión, la cantidad de pasajeros, equipaje y combustible. 

Los motores deben alcanzar una fuerza equivalente a la tercera parte el peso total. Cuando se logra dicha velocidad, el avión recorre parte de la pista hasta que, con la utilización de los flaps se consigue elevar el borde de ataque del ala, que aumenta así la sustentación.

El vuelo del avión a altitud de crucero se realiza debido a los efectos de las fuerzas que antes explicamos.

Y llegamos al momento del aterrizaje, la maniobra más difícil, ya que hay que tener en cuenta multitud de factores. Cuando el avión va perdiendo altitud se abren los flaps con el fin de conseguir una mayor superficie alar que permita que, con menor velocidad, el avión siga sujeto y no se precipite al suelo (estas alas actúan como una especie de paracaídas). El tren de aterrizaje, entonces, toca el suelo y, en ocasiones, se utiliza la reversa, que consiste en reorientar las aspas de sus turbinas y su fuerza para conseguir el frenado del avión.



Por: Gustavo Miranda Jacome
Info: reportelobby@gmail.com

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